Ki en la actuación
El Ki, según ciertas tradiciones orientales, se vincula a la forma en que se organiza el cuerpo en la acción: la dirección del movimiento, el control de la respiración, el equilibrio, la atención. Lejos de ser una teoría, es una práctica concreta que permite afinar la percepción y la calidad de la presencia. En el contexto de la actuación, trabajar con Ki implica entrenar un estado de disponibilidad real, donde el cuerpo no se adelanta ni se tensa, sino que responde con claridad, sin excesos.
En el entrenamiento actoral, aplicar estos principios permite reconocer mejor el eje corporal, el peso, el contacto con el suelo, la relación entre tensión y tono. No se trata de copiar una postura ni de “componer” un personaje desde afuera, sino de desarrollar una base física estable desde donde toda acción pueda nacer con naturalidad. Esto ayuda a evitar sobreactuaciones, movimientos vacíos o gestos mecánicos en la escena.
Este trabajo se integra en el eje físico-perceptivo del Laboratorio Actoral y acompaña a quienes buscan comprender cómo el cuerpo se predispone a la acción, organizando tono, dirección y atención antes de que aparezca cualquier gesto o forma expresiva.




